Il mondo è un libro, e chi non viaggia ne conosce solo una pagina (S. Agostino)

giovedì 15 giugno 2017

Las mujeres vampiro sardas: “Is Cogas”


Villacidro es el pueblo de origen de “Is Cogas”. La Coga, según la tradición popular sarda, nacía después de una prole de seis hijas consecutivas y luego ya predestinadas a nacer como bruja, ¡Coga, por supuesto!
Las “Cogas” se reconocen porque tienen una muy pequeña cola o bien una pequeña cruz peluda sobre la espalda. Eran conocidas además como surbiles o surtoras.


Consideradas brujas y vampiros porque se dedicaban a succionar la sangre humana, sobre todo el de los bebés no aún bautizados, las cogas eran temidas además por el poder de transformarse en animales, volverse invisibles o por desplazarse rápidamente sobre escobas.
Se dice que bastase revolver un prenda, además llevado en el mismo momento, para para verlas de repente enfrente, sin vestidos y cubiertas solamente por los largos pelos.

Contamos ahora una de las leyendas que se narran sobre las cogas.
Un joven, enamorado de una muchacha muy bonita pero muy misteriosa y que trabajaba en la panadería de su pueblo, decidió investigar para descubrir porque cuando él quería un beso, ella respondía que no podía hasta que no resolviera un problema.
El joven, discretamente, salió descubrir ese que le servía.

La muchacha era la sexta hija consecutiva de su familia, y por lo tanto era una coga. El joven no se resignó a esta noticia y, convencido de poderla salvar, aguardó con paciencia la noche en la cual su hermana parió.
En el patio de la casa de su hermana colgó en un árbol una blusa del niño vuelta al contrario, apoyó en el suelo un trípode volcado y aguardó la llegada de las cogas.
El joven no debió aguardar mucho tiempo: las brujas se presentaron todas sin vestidos, cubiertas solamente por los largos pelos. Entre ellas estaba además la muchacha bonita y amada, la cual intentó retirarse tan pronto como reconoció al joven.
Él la cogió, la arrastró en el sótano de la casa prometiendo que no le habría hecho ninguno daño.

El joven corrió en la cercana iglesia para preguntar la intervención del párroco el cual, se llevó un crucifijo y un icono de un santo vestido como un exorcista, y siguió al joven.

Con mucha sorpresa de ambos, en el sótano cerrada con la llave no encontraron a nadie, solamente un moscón que buscaba la salida.
El párroco hizo encender al joven una vela bendita, mientras él pronunciaba oraciones.
Mientras la luz comenzaba lentamente a iluminar el ambiente, el moscón aumentaba su dimensión, hasta caerse en el suelo por el peso excesivo.
El joven, que había tenido los ojos cerrados durante el rito, los abrió en ese momento y vio el cuerpo de su amada muchacha apoyado en el suelo como si durmiese.
La llevaron a la iglesia donde se despertó sin acordarse nada.

Con la ayuda del joven y del párroco la muchacha se liberó de su problema y dejó de ser una bruja más.

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